miércoles, 19 de junio de 2013

¿POR QUÉ SERÁ QUE NO ME LAS LLEVO BIEN CON LOS QUE ME RODEAN?




Adolfo Céspedes Maestre
Universidad Reformada

¿Cómo hago para tener buenas relaciones interpersonales con los demás? ¿Cómo puedo relacionarme con las demás personas sin hacerme daño?

Es posible que en muchas de las ocasiones de nuestra vida nuestras relaciones con los demás hayan estado marcadas por heridas, conflictos y situaciones difíciles, quizás porque algunas de esas personas nos han mentido, nos han defraudado, nos han avergonzado y hasta nos han causado mucho daño con sus acciones.
Aunque es posible que a pesar de analizar las acciones de estas personas, nunca hayamos pensado en nuestras acciones y que recíprocamente nos hiciéramos daño, eso les ha llevado a muchos a vivir relaciones basadas en el temor, dando como consecuencia vínculos afectivos y sociales fundados sobre el egoísmo, porque esperan ser amados y viven atemorizados por no llegar a serlo, con miedo a las heridas. La verdad es que todo este tipo de esquemas en nuestras mentes y emociones nos han alejado de tener un buen sentido al relacionarnos con las personas, por esto es que cuando nos comunicamos con los demás lo hacemos prevenidos, con barreras y con cuidados, creando modelos de personas con las que si podríamos relacionarnos y otras con las que no, porque, ó nos hacen daño ó hacemos daño.
Sin embargo el mundo entero, aún más la juventud de hoy vive con necesidades de sentirse aceptadas por las personas que le rodean, sentirse amadas por aquellos que le atraen y reconocidas por sus familias, pero por otro lado su tan mala forma de relacionarse con todos aquellos, los ha llevado a ser seres tecnológicamente sociables, pero personalmente insociables.
Entonces es por esto que tenemos problemas incesantemente con otras relaciones por la mala forma de conllevarlas, lo más grave de toda esta situación es que a partir de esta observación constante de nuestra sociedad, hemos llegado a la conclusión que no se ha comprendido en nuestras acciones que significa amar -digo en nuestras acciones- ya que lo hemos leído en libros, lo escuchamos de muchos de nuestros amigos mas cercanos, sin mencionar además las conferencias a las que quizás cientos han asistido, pero la verdad es que escaseamos de una práctica sensata de amar en las relaciones sociales que emprendemos.
Con respecto al amor hemos creído que significan simples actitudes afectivas y de cariño hacia otra persona o palabras emotivas que gratifican el alma, y aunque hacen parte de él, no son el amor. Pero entonces ¿Qué es el amor? ¿Cómo sabremos que amamos en las relaciones de amistad, de noviazgo o aquellas relaciones familiares? ¿Cómo amar si los patrones de nuestra enseñanza cotidiana han sido malos maestros? Padres divorciados, familias destruidas por terceras personas, e hijos abandonados por un padre o madre que no quiso ser responsable.
En primer lugar es necesario para tener buenas relaciones con los demás que no solo esperemos ser amados o busquemos ser apreciados por otros, sino que demos siempre nosotros el primer paso de demostrar el amor, porque al demostrarlo podemos hacer sentir a aquellos como parte de nosotros mismos. Esto radica en el hecho de pensar en los demás antes que en nosotros, en el deber de acompañar, de brindar y compartir a manera de intimidad las cosas más profundas de nosotros mismos con los otros, la entrega mutua, eso es el amor: dar.
Cuántas veces hemos dejado de lado este principio, y hemos seguido por la competencia, mostrando así que no somos un equipo que sigue un propósito, sino varios equipos individualizados por propósitos personales y autónomos, el egoísmo de pensar solo en nuestras necesidades afectivas nos ha llevado cada vez más a la soledad y a la frustración.
Al mismo tiempo que comentamos del dar, y pues hablando de equipos, siempre en un grupo ya sea familia, amigos y hasta en un noviazgo nos encontramos con personas diferentes, que piensan diferente, que les gustan cosas diferentes, pero aunque diferentes, aunque diversos, el aceptarlos viene a ser otro del carácter del amor, la aceptación en medio de la diversidad es otro asunto esencial: no hay algo más grato que hacer sentir a otros un estoy contigo porque te acepto, aunque no pienso igual que tú, te respeto, eso es amor. Entonces ya entran en juego dos cosas fundamentales que caracterizan al amor, el dar (Entrega) y la aceptación, estos son elementos que nos permite llevarnos bien con las personas que nos rodean.
Después de haber aclarado dos asuntos que hemos dejado al lado al relacionarnos con nuestros grupos sociales (Familias, amigos y noviazgo) la pregunta que surge ante el hecho es ¿Que hacemos luego una vez se haya compartido amor con estas personas? La respuesta es clara y sencilla, hacer crecer ese amor, pero esto nos lleva a una afirmación y luego a un interrogante, si no sabíamos cómo compartir de manera sana el amor mucho menos sabremos cómo hacerlo crecer, y el interrogante es ¿Cómo puede realizarse el crecimiento de ese amor que se comparte con los que nos rodean?
Hay que tomar en cuenta que lo único que lo mantiene en la línea de crecimiento es la confianza, yo le llamaría a este punto la exigencia del amor, vivimos rodeados en comunidades llenas de desconfianza, el padre no confía ya en su hija, la esposa sobrevive en medio de una inseguridad constante y las familias desconocen lo que cada uno siente íntimamente, porque conviven como desconocidos. Cuando una persona transmite confianza y confía en los demás produce seguridad, tranquilidad, es una persona que genera vida en su vida y que convierte sus relaciones sociales en  una sana forma de amar.

Esto nos llama a la urgencia y a la necesidad de una sociedad que aprenda a llevárselas bien con quienes le rodean, que abra la puerta de su corazón sin cuidados de evitar ser herido, sin paradigmas de tus relaciones pasadas por las formas en como sucedieron, sino que emprendas relaciones familiares, amistosas y conyugales basadas en la buena comunicación y en un intercambio  que los ayude a crecer como persona.

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