En estos días, hemos tenido comercialmente en el campo cineasta una película que ha prometido ser un gran espectáculo de terror o miedo para los amantes de este género. Como fans de los films sobre misterio, ficción y miedo, me he puesto a pensar en lo que nos enseñaron que causaba miedo, cuáles imagenes, rostros, situaciones desconocidas o historias exageradas nos podían llevar al escalofriante punto del miedo; reflexionaba en lo que desde niños nos dijeron que debía causar pánico, en cómo ha algunos nos mantuvieron en ese dual acto de compensaciones por nuestro comportamiento: diciéndonos por ejemplo que vendría por nosotros el supuesto “coco” -así se le nombra al diablo para los niños en algunas partes de Colombia- si habías actuado mal o pasarían cosas buenas a quienes habían actuado bien o tenían cierta gentileza con él otro(a); nos indujeron miedo para poder crear bondad, quizás de allí las reacciones de fobias a lo desconocido o la costumbre de algunos de solo ser buenos mientras alguien o algo los vigile, pero puede sospecharse de sus buenas acciones cuando nadie está.