sábado, 26 de abril de 2014

PASIÓN DE CRISTO: PASIÓN POR LA VIDA




Christian Rodríguez, OFM






En las meditaciones de estos días algo no deja de inquietarme. Ante tanto fanatismo y manifestaciones de piedad que a un público más o menos ilustrado dice poco o nada, mi pregunta sigue siendo la misma: ¿es la pasión de Cristo vigente?, ¿aún puede la pasión de Jesús decir algo al siglo XXI? Sin duda, hallar la respuesta implica tener algunos presupuestos claros:
El primero, a mi entender tiene que ver con la vida de Jesús: un hombre que nació en una aldea pobre llamada Nazaret, que vivió incognito 30 años, que según Lucas nació en donde nacen los animales, nació en el norte no en el sur, esto significa que es de los judíos de “segunda”.
El segundo presupuesto necesario: Jesús no era hijo de sacerdote, es decir de casta. Su padre (putativo o no) es un carpintero y su madre una campesina, pues Nazaret era aldea campesina. Tampoco se hace sacerdote del gran templo de Jerusalén, mucho menos doctor de la ley, es decir escriba, ni mucho menos es puritano al estilo de los fariseos, ni a ningún estilo.
El tercero es que Jesús construye, diríamos en términos sociológicos de hoy un “movimiento”, allí están mujeres y hombres. Es un movimiento amplio, es como una “red” de amigos y amigas a donde Jesús pasa cuando su misión así lo exige. Lejos de lo que se cree, este movimiento estaba bien organizado: casas de amigos y amigas donde quedarse, una economía (recordemos que Judas es quien llevaba el dinero). Era un movimiento de renovación, de novedad, entusiasta y anunciador de que algo nuevo estaba pasando.
El cuarto y último presupuesto, es que tanto la tarea de este movimiento cuanto más de Jesús era anunciar el Reino de Dios, esta era la novedad y el detonante para no ser comprendido, perseguido y asesinado. Este Reino era, digamos en términos modernos, un “proyecto”. Sus destinatarios por excelencia eran los pobres, la imagen de Dios era un padre bueno que más parecía una madre, el lugar en donde se le reconocía era la debilidad, el sufrimiento, el dolor. La forma organizativa que proponía era comunitaria, y el sustantivo: hermanos, hermanas.
Pero había algo más, este Reino era contrario al Reino del César, al sumo sacerdocio de Jerusalén. Era contrario, sin duda a las 600 normas del judaísmo de aquel momento. El Reino que anunciaba Jesús el de Nazaret era distinto al gran templo de la capital de su país. Entiende Jesús que Dios no es estático sino que es amor, una fuerza que sigue actuando en la historia, es decir en los acontecimientos que generan vida, pero también en el sufrimiento porque desde allí nos llama a la solidaridad.
Como era de suponer este anuncio y vida del Reino detona en un conflicto irreparable; ante lo viejo Jesús propone lo nuevo, y entonces como aun lo leemos en el Evangelio de hoy: no se puede echar el vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino nuevo romperá los odres viejos y el vino nuevo se echará a perder… A lo mejor así pasó, y así pasa (sigo meditando mientras veo procesiones multitudinarias y el gran comercio de las cruces).
Jesús subvierte el orden de las cosas: normas legalistas que dañan la vida del ser humano las suprime, como la del sábado por ejemplo. Propone que primero está la necesidad de la persona antes que cualesquier ley por más sagrada que se llame. Se acerca a los que sufren y lloran, por eso cura, escucha, abraza, perdona y anima a que las cosas no son como la muerte quiere sino como la vida propone. Nunca se desliga de Dios, una profunda experiencia que le llena de sentido para seguir adelante en esta misión y a quién le entrega toda su vida.
Según Lucas, que es quien  de los evangelistas el que mejor nos muestra el itinerario de Jesús, este que sale de Nazaret, de su tierra muere asesinado en Jerusalén, la capital al sur del país como un criminal. Increíble que aquel hombre sencillo, en el que este misterio de amor se está manifestando sea condenado con dos ladrones, como un asesino, ¿cómo es esto posible?
Tanto Lucas como Juan nos narran que una vez Jesús llegado a Jerusalén comienza a ser perseguido. Jesús se vuelve molesto, incómodo. Por ejemplo, el día más importante para el pueblo judío que es la Pascua, en donde recuerdan la liberación de Egipto, la salida del cautiverio y el camino hacia la tierra prometida, a Jesús se le ocurre armar un escándalo en el gran Templo. Allí denuncia, estropeando a los mercaderes que Dios ha sido pervertido por el dinero y que ese contubernio: Sanedrín-Sumo Sacerdocio- imperio Romano ha dañado la presencia de ese Dios que les sacó de Egipto como pueblo libre… Y ahí comienza la pasión de Jesús… (y sigo meditando, ¿tendremos conciencia de esto?).
La pasión de Jesús es la consecuencia de su pasión por la vida, por el amor, por la entrega sin límites. Antes que el teólogo judío llamado Pablo, primer teólogo de la Iglesia que intenta comprender el misterio de la vida de Jesús a partir de las categorías de Pecado y Ley, hoy más que nunca se impone la tarea de recuperar ya no desde el pecado ni la ley, la profundidad del acontecimiento Jesús desde nuevas categorías de amor, entrega, vida, y sobre todo Reino de Dios, por fortuna desde la academia esto ya se está haciendo: ¿lo incluirán los presbíteros, obispos, diáconos en las enseñanzas de sus ceremonias?
Decía entonces, si tenemos la suficiente conciencia de la pasión de Jesús, de lo que significa. Pero creo que Jesús sigue siendo incómodo, creo que nosotras y nosotros le seguimos condenando; es más fácil convertirlo en un culto aislado de la realidad. Hemos convertido su vida-pasión que es consecuencia de su misión en un culto nada existencial, a lo mejor porque es más fácil… convertirlo en yeso y entrarlo en procesión al templo… Hemos hecho de nuestra fe una gracia barata (Bonhoeffer).

Desde todo esto, y lo que faltaría por decir y profundizar, creo que la pregunta en el primer párrafo tiene respuesta: La pasión de Jesús, puede, es y tiene como ser disiente al siglo XXI, que desde las oficialidades no se quiera enseñar, es otra cosa. En el entendido de que la pasión de Jesús es la consecuencia de su pasión por la vida en su opción por los que sufren y lloran en el olvido de las injusticias, claro que es disiente. Esto llegará cuando descubramos que el gran culto para encontrar a este Dios-amor es la vida. 

2 comentarios:

  1. Jesús fue hijo de su tiempo, su movimiento no era pues la panacea de la cual hablan los escritos del NT, basta recordar que era seguidor de Juan el bautista, escenio, Jesús no inventa nada nuevo le da un impulso tal vez no planeado, que los cristianos del imperio impusieron al presentar al Cristo,

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  2. Muy acertado hermano A. Céspedes.
    Creo que lo más esencial es COMPRENDER LA PASIÓN, pues la gente solo sabe que dicen que murió y resucitó, y que entremedio hay un conejo de pascua???¿?
    Pero pocos profundizan en el Espíritu que hay detrás, en el contexto, ni se ven como discípulos de aquel... he ahí que no les preocupa entender mucho tampoco.

    Hay que seguir apasionados por el Evangelio, y contagiando aquella pasión, que es el centro de la fe cristiana. Amén.

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