jueves, 4 de septiembre de 2014

LA VIDA ES MÁS FUERTE QUE LA CRUZ


Articulo de nuestro amigo:

Christian Rodríguez, OFM


La resurrección de Jesús es la certeza de la vida en un hombre justo condenado injustamente. Más que el levantamiento o no de un cuerpo, la cosa tiene que ver con  la certeza de que la vida no termina con la muerte. Naturalmente esto no fue fácil para los primeros cristianos y cristianas, ¿cómo creer que Dios ha obrado en ese condenado injustamente como un ladrón?
La cruz, lejos de pensarlo implicó todo un reto para la fe de los primeros seguidores del maestro. A partir de la cruz hay un antes y un después de la fe, ciertamente la fe madura pero tendrá que pasar por el crisol de la crisis. Todas las categorías judías en la revelación del Dios esperado de los tiempos dieron al traste con el asesinato y tortura en la cruz de Jesús. Naturalmente, una fe nueva tenía que nacer. Urge la necesidad de una re-elaboración a partir del crucificado.  
Desde América latina, porque hay diferentes escuelas, desarrollos y etapas cristológicos, de manera particular hemos interpretado, porque qué es la fe sino interpretación, apropiación personal y comunitaria del misterio. Decía, que en este continente hemos construido y creído que esa negatividad de la cruz es la novedad del Dios de Jesús. Me explico:
La revelación de Dios a partir de acontecimientos positivos: “si todo es bello, lindo y bueno, es porque Dios así lo es”., hace que tomemos siempre de nuestro entorno sensible, del cual podemos tener experiencias y ejemplos bellos, lindos y buenos: la naturaleza, los hermosos fenómenos naturales y las manifestaciones de vida como la esplendidez de un bebé que apenas abre sus ojos, (y ¿cómo no nos van a remitir estas experiencias bellas, buenas y profundas a algo más allá que solemos llamar Dios?), para hablar de Dios.
En todo caso, si Dios es así de hermoso y bueno, ¿cómo permite la ignominia de la cruz en su hijo?, ¿cómo es posible tanto dolor hasta la muerte de su propio hijo?, ¿cómo es eso de la cruz, donde mueren los criminales?, y acaso ¿Jesús no era quien llamaba a Dios Papá y se la pasaba haciendo el bien?, ¿qué pasó?, ¿qué y cómo deberíamos entender esa bondad de Dios?, y sin duda la pregunta capital: ¿cómo entender esta negatividad en Dios?
Naturalmente, tales preguntas implican, como dijimos antes, un “invertir” nuestras lógicas en la comprensión de Dios. Subvertir órdenes, abrirse a nuevas comprensiones es necesario para más o menos acercarnos a lo misterioso que sucedió en esa cruz. Esto es, abrirse a una necesaria “lógica ilógica”.
Con Jesús un primer principio de revelación queda claro: no se parte desde el cielo sino desde lo más histórico, es decir lo más experiencial de la vida, esto es, los acontecimientos de la vida, la cotidianidad. Estamos enseñados (a) siempre a pensar que a Dios le descubrimos del “arriba hacia abajo”, pues bien, a partir de Jesús la novedad de a cercanos al misterio de ese Dios bueno es a partir de las experiencias de la vida, también de las vicisitudes, es decir, de “abajo hacia arriba”.
Un segundo principio, a mi modo de ver, es que entre las viscitudes que surgen en la cotidianidad siempre está abierta la posibilidad del dolor, ya que la contradicción es el componente esencial de la vida, y lo que hace que ella siempre sea un reto para el ser humano con inmensas posibilidades, entre ellas la superación de esa posibilidad de dolor.
Tanto lo experiencial como las posibilidades de dolor fueron constantes en la práctica de Jesús, casi que no podríamos entenderlo si negamos su acercamiento al dolor, a la trágica  vida de las gentes en la Palestina de entonces. Por eso sanaba, curaba, alentaba, daba esperanza y abría la posibilidad para que a partir de la superación de situaciones de dolor se encontrará a un Dios escondido que siempre habla en esos resquicios tenues de la existencia.
Hasta aquí somos claros que esa negatividad es en la experiencia y la práctica de Jesús una posibilidad de encuentro con Dios. Porque es el dolor, mucho más que la felicidad la afectación más profunda que puede paralizar o liberar la vida. El dolor y el sufrimiento son el fondo de la existencia humana desde el cual se puede emerger para hacer de nuevo todas las cosas, pero también el dolor puede no ser superado y condenar la vida al abismo.
Y aquí sucede la gran revolución de este misterioso Dios. Desde la libertad del hijo, es decir la vida libre y espontánea de Jesús de Nazaret, el ámbito de su misión y mensaje se convierte en su propia realidad, la condenación. Así se identifica con quienes siempre fueron destinatarios privilegiados de su mensaje. Y desde esta realidad profundamente humana emerge la vida como posibilidad necesaria en la superación de estas situaciones trágicas de la condición humana.
Cuantas cosas tuvieron que recordar estas mujeres y hombres para darse cuenta como buenos judíos, que era imposible que quien se identificara libre y voluntariamente con los que sufren no podía quedar muerto a partir de su propio sufrimiento. Cuando se les abren los ojos comprenden que solo la vida es la superación necesaria del dolor, y que hay que descubrirla en el reto cotidiano de esta posibilidad que es constitutiva del ser humano.
Por eso Jesús resucitó, por eso lo sintieron en el camino de Emaús, por eso María Magdalena ya no llora desconsolada. Por eso, tantas mujeres y hombres seguidores de Jesús morirán en adelante también en la cruz, en el circo romano de los leones, en las persecuciones y las guerras, en los sistemas económicos de muerte injusta en América latina y Colombia, víctimas de dictaduras. Hombres y mujeres, seguidoras de Jesús que en medio de esta tragicomedia humana dieron su vida en medio del dolor por la vida misma, y quien hace esto: ¿cómo puede morir?

Solo a quien se le abre los ojos para comprender desde lo más profundo de sus ser esta extraña realidad, aun después de la ceguera puede pronunciar: “quédate con nosotros Señor que es tarde y se va el sol”.   Felices Pascuas (a 24 años de la masacre del Padre Tiberio Fernández y demás creyentes en Trujillo, Valle del Cauca). 

Imagen
1. La resurreccion de Caravaggio. http://es.wikipedia.org/wiki/Resurrecci%C3%B3n#mediaviewer/Archivo:Museo_regionale_di_messina,_caravaggio,_resurrezione_di_lazzaro_2.JPG

1 comentario:

  1. La certeza de algunos seguidores de Jesús después de su muerte (sin resurrección física) se puede explicar sociológicamente, tendríamos que revisar el contexto social de aquellos tiempos con respecto al honor y la vergüenza y el individuo en relación al grupo del que habla Bruce Malina por ejemplo. A Jesús no le condenaron por ser un ladrón específicamente aunque lo fue, le robo la tranquilidad a los que estaban seguros y cómodos en sus escritorios gobernando esa parte del imperio romano. Yo creo que la cruz no es parte del plan de Dios es decir, no era el Plan de D**s que alguien muera para redimir a los demás, esta muerte fue la muestra de la injusticia de un sistema corrupto como lo es hoy, un sistema dirigido por personas anti vida, que no permiten vivir de manera digna a los que están abajo y peor aun a aquellos que optamos por mantener una espiritualidad de resistencia a los grupos de poder inquisidores. Esta resistencia es la resurrección de Jesús pero como siempre desde abajo no desde el poder sino desde las y los oprimidos de los sistemas opresores.

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