domingo, 21 de diciembre de 2014

Una Re-lectura de la Navidad desde un Ateo



Por Gusmar Sosa


Llevo meses en silencio respecto a éstos temas que pertenecen, porque de esa forma han sido reclamados, a la cristiandad; tanto es así, que si un autoproclamado ateo toca alguno de ellos, entonces dicen “no es ateo”, “es creyente frustrado”, “en el fondo ama a dios”, y un sinfín de “blablablas” con los que celebran la magnitud y soberanía de un dios tan dios que no puede ser ignorados por los ateos. Absurdo, tonto, infantil e ingenuo, pensar de esa forma. Pero bien, voy al tema.



Todo cuanto nos rodea en occidente habla de la cristiandad y su influencia irremediable sobre la sociedad es una marca en el alma colectiva, para bien o para mal. En este mes, la influencia se hace notar aún más, algunos de mis amigos ateos juegan con el chiste de que la navidad no respeta el hogar de los ateos, mucho menos si el hogar es diverso y tu pareja no comparte tu ateísmo, es uno quien debe inclinarse a entender, comprender, ceder, y, además, disfrutarlo. Yo me preparo para el encuentro de los míos y las respectivas tradiciones que seguirán convocándonos y ante las cuales, a pesar de ir rompiendo con ellas, debo rendirme por un instante. Y claro: es admirable que lo hagas. Pero me pregunto, ¿cuándo será la tradición cristiana digna de admiración y se inclinará a entender, comprender y ceder, permitiendo así un cambio en los paradigmas tradicionales y un caos mediano que estimule nuevas condiciones? ¡Jamás ocurrirá! ¡Ni en mil años! O más entendible: ¡Mierda que no va a ocurrir! ¿Por qué? Porque sistemas como el cristianismo están condicionados a sobrevivir, a imponerse y proyectarse en eternidad.

La debilidad no es comprendida por los sistemas como el cristianismo, la debilidad es enemiga mortal. Y si se cita un verso como “bástate de mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”, no es para centrar la atención en la necesidad de doblegar las tradiciones que sostienen un sistema de creencias de manera que éstas puedan ser útiles para el bienestar común, sino por el contrario: para dar a entender que la gracia es como la espinaca del Popeye creyente, consume la gracia de dios y vuélvete invencible para el mundo. Otra estupidez más. Lo común, dentro de la esfera cristiana y sus múltiples sectas, se reduce al espacio que ocupa, y quiero aclararles: es un espacio reducido, pequeño, diminuto, que tontamente ha sido sobredimensionado, precisamente por ese afán de hacer de “común” un espacio exclusivo; es así como escuchas a un tipo decirte que su señor Jesucristo es significativo en la historia porque la historia se parte en un antes y después de Cristo. No es su culpa, es lo que le enseñaron en historia universal en el tercer año de bachillerato, desde una dimensión tan universal como lo puede ser el patio de su casa.

Isabel, la hija de un amigo mío, llegó a casa hablándole a su padre de la navidad, del nacimiento del niño dios, de las imágenes comunes en los relatos de los evangelios que narran el nacimiento milagroso del salvador del mundo. Isabel es una niña menor a los cuatro años, que no tiene derecho de conocer otras dimensiones del relato cristiano sino aquel que es el “común” y conveniente al sistema cristiano y al enfermo mundo occidental. Pero Isabel tiene un padre que no es ateo, no lo es, aunque todos a su alrededor lo miran con desprecio porque piensan que sí lo es; y él no quiere que su hija conozca sólo una dimensión del relato cristiano, sabe que es inevitable exponerla a la única dimensión, pero pide a aquellos que se le acercan a contarle sobre el nacimiento del niño dios que no vacíen el relato sobre ella como único. Su padre va a la escuela, habla con la maestra, con cortesía le pide que en adelante trate esos temas de tradiciones y cristianismos con un poco más de tacto, permitiéndole a su hija contemplar posibilidades. Lo sentimos, señor, Isabel tendrá que aceptar nuestro relato absoluto, porque ese es el formal, el único real, el que se debe contar y nosotros, los expertos en la educación de su hija, somos los que decidimos qué debe creer el futuro del país, y nos parece señor, por su postura tan peligrosa, que Isabel debe ser tratada por nuestro orientador, para asegurarnos de que pueda tener un proceso cognitivo normal y no caiga en conflictos. Claro, estamos en un occidente cristianizado, ¿qué esperabas, patán? Pero perdón, dije que iba al tema.




Si todo a mi alrededor se empeña en ensuciar mi juicio decidido, si todo se esfuerza por hacerme parte del numerito cristiano y el ¡viva Cristo, Señor de occidente! Entonces... Lo diré también en forma entendible: que coma mierda el cristianismo y me aguante a mí. La nueva biblia traducida para los hispanos nos dice: “porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo (el Mesías) el Señor”, es el verso 11 del capítulo dos del evangelio según Lucas, y cruza el pasaje con uno de Isaías, traduciéndolo así: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz...” (Isaías 9: 6). Y ese es el centro del relato cristiano en torno al nacimiento del niño dios. “Salvador”, “Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz”, son los alimentos de la egolatría cristiana, de esa condición engreída, enferma, viral, y sí: sucia. 


Entiendan algo: los títulos atribuidos al niñito nacido en Belén, no exaltan al niño, ¡ojalá y así fuera! Exaltan al sistema cristiano, a las tradiciones, a las doctrinas, al afán proselitista, exaltan el absolutismo que a veces se disfraza de relativo para caer en el mismo discurso absolutista después de un paseo por laberintos cuyos fines es marear y adormecer la conciencia crítica del individuo. Si los títulos con los que nombran al niñito nacido en Belén, fuesen para el niñito nacido, el cristianismo tendría que hacer renacer, verdaderamente, al niño en cada instante, poniendo en el pesebre, constantemente, al niño; entendiendo que el niño nacido en condiciones trágicas, de padres inmigrantes, pobres, en desgracia y bajo amenazas, sigue naciendo bajo las mismas malditas condiciones. ¿Qué está haciendo el cristianismo para cambiar la suerte del “niño dios”? El niño será salvador cuando su imagen proyecte sobre los malnacidos sistemas, que se montan sobre él, la necesidad de hacer algo significativo para cambiar las estructuras de todo cuanto nos rodea, para que el bienestar común sea posible; será salvador cuando lo “común” sea realmente común, cuando asuman la debilidad como posibilidad, cuando lo importante no sea preservar el sistema, sino permitir el nacimiento. El Cristo que yo observo en los relatos de los cuatro evangelios, no respeta los títulos atribuidos a su nacimiento y que sirven de estructura al sistema que lo secuestró como símbolo. Se vuelca contra ellos, crea su propia versión de dios y con valentía dice que él es dios, él y su padre dios son uno. Y por supuesto, para el cristianismo la afirmación del Cristo resalta el poder del dios que avala la supervivencia cristiana; pero, que coma mierda de nuevo el cristianismo: el Cristo no resalta la imagen del dios que dice es uno con él, resalta su humanidad que es tan digna y pesada que se trae el concepto de dios a sí mismo y lo anula en su carne y su sangre. ¿No le gusta al cristianismo ésta interpretación? ¡A occidente ha debido gustarle la suya desde siempre! Y aquí está: enfermo de orgullo, incapaz de abrir sus puertas, inhabilitado para la compasión más allá de los límites ideológicos. 
Ésta es mi reflexión navideña, de manera que, como dicen que debe decirse en éstas fechas: Feliz navidad.

Gusmar C. Sosa C.

4 comentarios:

  1. No entiendo cuál es el mensaje, con frases tan vulgares, si nació en una fecha invernal como la que la tradición nos obliga a aceptar, descartando la que la misma Biblia sugiere en Sucot, en otoño...

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  2. Gusmar es un ateo aun muy joven que madura sus ideas usando aveces un lenguaje soez, sin embargo, tiene razón en algunas de sus afirmaciones como por ejemplo, que los atributos inferidos al redentor exaltan mas al sistema. Auto nombrarse ateo seria una banalidad, si no supiéramos que D**s es el@ primer ate@ o un@ de l@s primer@s. Por otro lado, no podemos considerar que exista solo una corriente cristiana o un cristianismo y solo occidental, si bien es cierto uno de los cristianismos católicos se impuso en Europa y luego en AbyaYala, no debemos meterlos a todos en un mismo saco. En cuanto a lo vulgar recordemos que muchos lideres cristianos de las diferentes tiendas incluso antisistémicas usan lenguaje soez, Lo será también esta "re-lectura"?

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  3. Pareciera que es mas UNA frustracion cristiana de infante... ! Conosco a Gusmar a traves de la red y de un grupo en especifico del cual salimos expulsadas otras y yo, por diferir. Asi que, respeto su escrito por que difiero mucho y como Daniel Gonzalez dice: algunas afirmaciones concuerdo.... FELIZ TERMINO DE AÑO 2015 ESPERANDO LOS NUEVOS SIGNOS DE ESPERANZA.

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  4. Pareciera que es mas UNA frustracion cristiana de infante... ! Conosco a Gusmar a traves de la red y de un grupo en especifico del cual salimos expulsadas otras y yo, por diferir. Asi que, respeto su escrito por que difiero mucho y como Daniel Gonzalez dice: algunas afirmaciones concuerdo.... FELIZ TERMINO DE AÑO 2015 ESPERANDO LOS NUEVOS SIGNOS DE ESPERANZA.

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