Christian
Rodríguez, OFM
En
las meditaciones de estos días algo no deja de inquietarme. Ante tanto
fanatismo y manifestaciones de piedad que a un público más o menos ilustrado
dice poco o nada, mi pregunta sigue siendo la misma: ¿es la pasión de Cristo
vigente?, ¿aún puede la pasión de Jesús decir algo al siglo XXI? Sin duda,
hallar la respuesta implica tener algunos presupuestos claros:
El
primero, a mi entender tiene que ver con la vida de Jesús: un hombre que nació
en una aldea pobre llamada Nazaret, que vivió incognito 30 años, que según
Lucas nació en donde nacen los animales, nació en el norte no en el sur, esto
significa que es de los judíos de “segunda”.
El
segundo presupuesto necesario: Jesús no era hijo de sacerdote, es decir de
casta. Su padre (putativo o no) es un carpintero y su madre una campesina, pues
Nazaret era aldea campesina. Tampoco se hace sacerdote del gran templo de
Jerusalén, mucho menos doctor de la ley, es decir escriba, ni mucho menos es
puritano al estilo de los fariseos, ni a ningún estilo.
El
tercero es que Jesús construye, diríamos en términos sociológicos de hoy un “movimiento”,
allí están mujeres y hombres. Es un movimiento amplio, es como una “red” de
amigos y amigas a donde Jesús pasa cuando su misión así lo exige. Lejos de lo
que se cree, este movimiento estaba bien organizado: casas de amigos y amigas
donde quedarse, una economía (recordemos que Judas es quien llevaba el dinero).
Era un movimiento de renovación, de novedad, entusiasta y anunciador de que
algo nuevo estaba pasando.
El
cuarto y último presupuesto, es que tanto la tarea de este movimiento cuanto
más de Jesús era anunciar el Reino de Dios, esta era la novedad y el detonante
para no ser comprendido, perseguido y asesinado. Este Reino era, digamos en
términos modernos, un “proyecto”. Sus destinatarios por excelencia eran los
pobres, la imagen de Dios era un padre bueno que más parecía una madre, el lugar
en donde se le reconocía era la debilidad, el sufrimiento, el dolor. La forma
organizativa que proponía era comunitaria, y el sustantivo: hermanos, hermanas.
Pero
había algo más, este Reino era contrario al Reino del César, al sumo sacerdocio
de Jerusalén. Era contrario, sin duda a las 600 normas del judaísmo de aquel
momento. El Reino que anunciaba Jesús el de Nazaret era distinto al gran templo
de la capital de su país. Entiende Jesús que Dios no es estático sino que es amor,
una fuerza que sigue actuando en la historia, es decir en los acontecimientos
que generan vida, pero también en el sufrimiento porque desde allí nos llama a
la solidaridad.
Como
era de suponer este anuncio y vida del Reino detona en un conflicto
irreparable; ante lo viejo Jesús propone lo nuevo, y entonces como aun lo
leemos en el Evangelio de hoy: no se
puede echar el vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino nuevo
romperá los odres viejos y el vino nuevo se echará a perder… A lo mejor así
pasó, y así pasa (sigo meditando mientras veo procesiones multitudinarias y el
gran comercio de las cruces).
Jesús
subvierte el orden de las cosas: normas legalistas que dañan la vida del ser
humano las suprime, como la del sábado por ejemplo. Propone que primero está la
necesidad de la persona antes que cualesquier ley por más sagrada que se llame.
Se acerca a los que sufren y lloran, por eso cura, escucha, abraza, perdona y
anima a que las cosas no son como la muerte quiere sino como la vida propone.
Nunca se desliga de Dios, una profunda experiencia que le llena de sentido para
seguir adelante en esta misión y a quién le entrega toda su vida.
Según
Lucas, que es quien de los evangelistas
el que mejor nos muestra el itinerario de Jesús, este que sale de Nazaret, de
su tierra muere asesinado en Jerusalén, la capital al sur del país como un
criminal. Increíble que aquel hombre sencillo, en el que este misterio de amor
se está manifestando sea condenado con dos ladrones, como un asesino, ¿cómo es
esto posible?
Tanto
Lucas como Juan nos narran que una vez Jesús llegado a Jerusalén comienza a ser
perseguido. Jesús se vuelve molesto, incómodo. Por ejemplo, el día más
importante para el pueblo judío que es la Pascua, en donde recuerdan la
liberación de Egipto, la salida del cautiverio y el camino hacia la tierra
prometida, a Jesús se le ocurre armar un escándalo en el gran Templo. Allí
denuncia, estropeando a los mercaderes que Dios ha sido pervertido por el
dinero y que ese contubernio: Sanedrín-Sumo Sacerdocio- imperio Romano ha
dañado la presencia de ese Dios que les sacó de Egipto como pueblo libre… Y ahí
comienza la pasión de Jesús… (y sigo meditando, ¿tendremos conciencia de
esto?).
La
pasión de Jesús es la consecuencia de su pasión por la vida, por el amor, por
la entrega sin límites. Antes que el teólogo judío llamado Pablo, primer teólogo
de la Iglesia que intenta comprender el misterio de la vida de Jesús a partir
de las categorías de Pecado y Ley, hoy más que nunca se impone la tarea de
recuperar ya no desde el pecado ni la ley, la profundidad del acontecimiento
Jesús desde nuevas categorías de amor, entrega, vida, y sobre todo Reino de
Dios, por fortuna desde la academia esto ya se está haciendo: ¿lo incluirán los
presbíteros, obispos, diáconos en las enseñanzas de sus ceremonias?
Decía
entonces, si tenemos la suficiente conciencia de la pasión de Jesús, de lo que
significa. Pero creo que Jesús sigue siendo incómodo, creo que nosotras y
nosotros le seguimos condenando; es más fácil convertirlo en un culto aislado
de la realidad. Hemos convertido su vida-pasión que es consecuencia de su
misión en un culto nada existencial, a lo mejor porque es más fácil…
convertirlo en yeso y entrarlo en procesión al templo… Hemos hecho de nuestra
fe una gracia barata (Bonhoeffer).
Desde
todo esto, y lo que faltaría por decir y profundizar, creo que la pregunta en
el primer párrafo tiene respuesta: La pasión de Jesús, puede, es y tiene como
ser disiente al siglo XXI, que desde las oficialidades no se quiera enseñar, es
otra cosa. En el entendido de que la pasión de Jesús es la consecuencia de su
pasión por la vida en su opción por los que sufren y lloran en el olvido de las
injusticias, claro que es disiente. Esto llegará cuando descubramos que el gran
culto para encontrar a este Dios-amor es la vida.
Jesús fue hijo de su tiempo, su movimiento no era pues la panacea de la cual hablan los escritos del NT, basta recordar que era seguidor de Juan el bautista, escenio, Jesús no inventa nada nuevo le da un impulso tal vez no planeado, que los cristianos del imperio impusieron al presentar al Cristo,
ResponderEliminarMuy acertado hermano A. Céspedes.
ResponderEliminarCreo que lo más esencial es COMPRENDER LA PASIÓN, pues la gente solo sabe que dicen que murió y resucitó, y que entremedio hay un conejo de pascua???¿?
Pero pocos profundizan en el Espíritu que hay detrás, en el contexto, ni se ven como discípulos de aquel... he ahí que no les preocupa entender mucho tampoco.
Hay que seguir apasionados por el Evangelio, y contagiando aquella pasión, que es el centro de la fe cristiana. Amén.